jueves, 21 de julio de 2011

Codex Calistinus: de como se mantienen vivas las mentiras

A lo largo de la historia se han contado numerosas mentiras, falacias que han llegado hasta nosotros, y que nadie pone en duda, supongo porque es tan larga su duración en el tiempo que se han convertido en verdades como templos. Y de templos, y de historias, pero sobre todo, de mentiras va este artículo: habrá quién se lo crea, otros no, pero como reza en el encabezado de este blog: "si no vemos más allá es porque no queremos".

A estas alturas, he de suponer, que todos conoceis del hurto del Códice Calixtino, uno de los libros más famosos y más antiguos que servía como guía a todos los peregrinos que se embarcaban a recorrer el camino santo hacia Compostela. De entrada, este libro comienza ya con una mentira, una carta del Papa Calixto II, el autor dice ser dicho Papa, y que esribe el libro tras un duro trabajo de 14 años recopilando la información. Todo esto queda descartado, teniendo en cuenta que murió en 1124 y aún se tardaron años en publicar el Códice. Lo que si es cierto, es que el autor, denominado como Scriptor I, usó dicha carta, verdad en su totalidad y que iba dirigida al monasterio de Cluny y al arzobispo Gelmirez (Santiago de Compostela), para otorgarle así la importancia que en aquel momento no hubiese conseguido sino la hubiese incluido. Y aquí he de hacer un alto en el camino, para hablar del arzobispo Gelmirez, el artífice de todo el tinglado que hay en Santiago.

lunes, 11 de julio de 2011

De la Naturaleza Humana

Son las vísceras las que escriben los pasos a seguir, es la conciencia la que decide que hay de bueno o malo en todo ello, pero al final es la razón la que toma las riendas. Y por increíble que parezca, todos creemos tenerla. De un modo u otro nos autoconvencemos  de que hemos tomado la decisión correcta, es normal, si no estaríamos avocados a una locura permanente, debatiéndonos entre un lado u otro. El dolor producido por el mal ajeno, irreverente y altivo, que se alza ante nosotros tal cuál gigante, nos obliga a doblegarnos, a encerrarnos en un cascarón, a mostrar las púas afiladas a modo de defensa. Oímos lo que queremos oír, interpretamos según nos vaya en cada caso, porque no podemos echarnos la culpa de nuestros males; es mejor culpar al que tenemos enfrente, que afrontar el hecho de que quizá el problema radique en nosotros. Todo esto, así a grosso modo, es el comportamiento humano: la base de nuestras relaciones interpersonales supeditadas a aquellos que nos rodean: a lo que nos dicen, a lo que nos cuentan, a la imagen que tienen de nosotros. Entonces, no sé en que parte, debería entrar a jugar la sensatez. No podemos convertir nuestras vidas en una partida de ajedrez permanente- aunque pensándolo bien, la mayor parte de la población no sabe ni las reglas básicas- no podemos ser, durante toda una vida, peones en manos ajenas, dependientes de ese rey de turno que nos balancea a su antojo a través del tablero. El amor y el entendimiento del que tenemos enfrente, comienza por nuestro propio conocimiento, y por la consecución del amor propio. Está perogrullada que acabo de soltar, es tan obvia, que a pocos se les ocurre ponerla en práctica. Podríamos dar por hecho que siendo la base tan fácil, más fácil sería la solución: pero estaríamos equivocándonos de nuevo. Me planteo en que época desarrollo el ser humano sus debilidades mentales: me refiero al cúmulo de complejos de inferioridad o de superioridad que nos envuelve a cada uno. Doy por hecho que es otro invento de esta sociedad moderna del bienestar, que nadie en la Edad Media se miraba los michelines en el espejo porque le preocupaba más no morirse de hambre. Hemos elevado la apariencia física al summum de nuestras preocupaciones, en el mismo momento en que con la panza bien llena y cubierto nuestro techo se nos habían terminado las preocupaciones. Es el descubrimiento cuasiperfecto: nunca más tendremos que preocuparnos por estar despreocupados, siempre encontraremos a alguien que nos critique, que nos vilipendie, que se mofe de nuestra falta de cualidades o simplemente que nos envidie por las que tenemos. Actuar y que los demás actúen de buena fe parece un despropósito. Tanto, que estoy convencida, de que aquellos que lo hacen acaban siendo unos marginados sociales. De esos que señalan con el dedo porque se han convertido en una rara especie en extinción. Las ráfagas de bondad, que aún cohabitan en este mundo con tanta rabia y dolor, se esconden, se disfrazan de ironía y sarcasmo para pasar desapercibidas, ante el temor de ser descubiertas y que terminen con ellas. Ante tanto despropósito queda patente lo más bajo del ser humano, de ese homo sapiens, que quizá no lo sea tanto como cree. Tendremos que esperar que la evolución haga su trabajo, al fin y al cabo, la única sabia es la naturaleza.

martes, 5 de julio de 2011

Esto es lo que somos

El peor de los monstruos, el que más nos asusta, es el que todos llevamos dentro. Hay que ser muy valiente o quizá un necio para reconocerlo. Si os digo la verdad, no sé en que punto me encuentro ahora mismo. Lo que si sé es que el comienzo de nuestra verdadera vida empieza por apreciar este hecho, porque sino nos aferraremos siempre a una mentira, a algo que no somos. ¿Qué es lo que veis cuando por la mañana os miráis al espejo? ¿Os gustáis?, ¿Os sentís bien con vosotros mismos? Somos lobos, fieras salvajes; somos una manada sin líder, hambrientos de sangre y poder. Decía Nietzsche: "el hombre es el lobo para el hombre". Somos esa manada anárquica que acabará con cada uno de sus miembros sin sentir un poco de lástima. Me miro. Pausadamente. Y tras el brillo de mis ojos ya no veo miedo. Sé lo que soy: un monstruo con piel de cordero. Lo he aceptado. No me gusta, pero lo hago. Es la única manera que he encontrado para vencer mi miedo, el miedo a los demás. Puede ser que no sea suficiente, incluso, que no sea el modo adecuado. Pero si hay algo cierto, y es que esconderlo, encerrar a esta bestia tras una puerta vetada, no es la solución. Monstruos, esto es lo que somos.

viernes, 1 de julio de 2011

¡ Por Fin!

Ya es verano, pero de verdad...aunque el sol nos tenga medio abandonados. Y esta pequeña chorrada viene a que casi se me olvida desearos unas felices vacaciones: a los blogueros, a los lectores, a los curiosos, a los que aterrizan aquí por casualidad...

A todos y cada uno, espero que paséis un buen verano...Intentaré no colgar el cartel de cerrado por vacaciones, pero entededme, este portátil desde donde escribo es demasiado grande para meterlo en la bolsa de la playa, y por si no lo sabéis, a las islas paradisíacas aún no llegó el wifi (jejejeje).

Saludos y besos para todos:)))))))))

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