A lo largo de la historia se han contado numerosas mentiras, falacias que han llegado hasta nosotros, y que nadie pone en duda, supongo porque es tan larga su duración en el tiempo que se han convertido en verdades como templos. Y de templos, y de historias, pero sobre todo, de mentiras va este artículo: habrá quién se lo crea, otros no, pero como reza en el encabezado de este blog: "si no vemos más allá es porque no queremos".
A estas alturas, he de suponer, que todos conoceis del hurto del Códice Calixtino, uno de los libros más famosos y más antiguos que servía como guía a todos los peregrinos que se embarcaban a recorrer el camino santo hacia Compostela. De entrada, este libro comienza ya con una mentira, una carta del Papa Calixto II, el autor dice ser dicho Papa, y que esribe el libro tras un duro trabajo de 14 años recopilando la información. Todo esto queda descartado, teniendo en cuenta que murió en 1124 y aún se tardaron años en publicar el Códice. Lo que si es cierto, es que el autor, denominado como Scriptor I, usó dicha carta, verdad en su totalidad y que iba dirigida al monasterio de Cluny y al arzobispo Gelmirez (Santiago de Compostela), para otorgarle así la importancia que en aquel momento no hubiese conseguido sino la hubiese incluido. Y aquí he de hacer un alto en el camino, para hablar del arzobispo Gelmirez, el artífice de todo el tinglado que hay en Santiago.
A estas alturas, he de suponer, que todos conoceis del hurto del Códice Calixtino, uno de los libros más famosos y más antiguos que servía como guía a todos los peregrinos que se embarcaban a recorrer el camino santo hacia Compostela. De entrada, este libro comienza ya con una mentira, una carta del Papa Calixto II, el autor dice ser dicho Papa, y que esribe el libro tras un duro trabajo de 14 años recopilando la información. Todo esto queda descartado, teniendo en cuenta que murió en 1124 y aún se tardaron años en publicar el Códice. Lo que si es cierto, es que el autor, denominado como Scriptor I, usó dicha carta, verdad en su totalidad y que iba dirigida al monasterio de Cluny y al arzobispo Gelmirez (Santiago de Compostela), para otorgarle así la importancia que en aquel momento no hubiese conseguido sino la hubiese incluido. Y aquí he de hacer un alto en el camino, para hablar del arzobispo Gelmirez, el artífice de todo el tinglado que hay en Santiago.