martes, 26 de abril de 2011

La esquina

Hubo un día que eché a andar, y aunque no recuerdo el momento preciso, porque de esto hace tanto tiempo ya, sé que tras aquellos primeros pasos, enseguida sobrevino la primera dificultad. Al principio, todo había sido muy fácil, las losas grandes y lisas que adornaban aquella acera, invitaban a seguirlas; despacio, sin prisas, deleitándose en cada una de ellas como si dentro de aquellos cuadraditos hubiese mundos diferentes; pero fue entonces, cuando mis ojos se percataron, de que aquel liviano camino se perdía tras una esquina. Es curioso, pero mis piernas, que habían dado pasos firmes hasta aquel entonces, y que incluso se habían permitido el lujo de pegar saltitos, se frenaron y comenzaron a aflojarse, se dejaban ir como el árbol joven que trastea el viento. El pánico se apoderó de mi, la incertidumbre de no saber si habría más losas tras aquella esquina, me suponía tal ansiedad, que por un momento, creí perder la cordura. No hay nada peor que tener miedo, y recubrirse de esa incerteza que nos depara el futuro. Fue terrible, os lo aseguro. Tanto fue el terror, que pensé en abandonar, en dejarme caer sobre aquel trocito de acera y esperar. Esperar a que todo aquel mundo que se presentaba ante mi desconocido, se descubriese y me invitase de nuevo a seguir. Sin embargo, en aquel preciso instante en el que estaba a punto de desplomarme, unas manos desconocidas me sostuvieron, evitando aquella caída que hubiese sido desastrosa. La fuerza de aquellas manos me devolvieron enseguida la fuerza, y sobre todo, la esperanza, que creí, había perdido. Y mientras una mano me sujetaba, la otra me invitaba a seguir, a hacerle frente a aquella esquina: monstruo irreverente que doblegaba mi voluntad. Y otra vez, comencé la marcha, paso a paso como había hecho desde un principio, y cuando me quise dar cuenta la esquina había desaparecido. Volteé la cabeza, y allí, tras de mi, seguía tiesa y despampanante, y sin saber muy bien como, decidí seguir adelante, porque a mis pies había un montón de losas nuevas por descubrir, y ahora, ya no me asustaban las esquinas.

jueves, 21 de abril de 2011

Esa opción


Nombro al aire y al viento
cuando quiero decir aliento.
Clamo al cielo y al dios, que no existe,
la esperanza que no tengo.

Ciego mis ojos, sello mi boca
porque estos oídos no quieren oír.
Y mientras tanto, ondea la rendición
colgada del palo más alto.

Blanca,
Reluciente,
Encogida,
Avergonzada,
porque del mástil inhiesto
emana sangre inocente.

Nombro al mundo como ejemplo
cuando te quiero contar un cuento.
Clamo a la tierra y a este paraje donde me encuentro,
un oasis en el desierto.

Alzo las manos, hincho mi pecho
y en este manto de lágrimas busco consuelo.
Sigue ondeando la rendición
en ese mástil tan alto.

Sin opciones,
sin salida,
atrapada
en sus errores,
porque siempre había creído
que este era el mejor camino.

Nombro al niño y al viejo
cuando quiero decir salvación.
Clamo a lo inventado y a lo soñado
intuyendo que llegará ese momento...

lunes, 18 de abril de 2011

El alma que se quedó atrapada en una muñeca


Corría el año 1918, y Eikichi Suzuki, un joven de 17 años, se desplazó desde su pueblo natal a la ciudad de Saporo para disfrutar de una exhibición marina. Deambulando por sus calles, en una famosa tienda de juguetes, encontró una muñeca: morena, con el pelo corto y ataviada con el kimono típico. Sería el regalo perfecto para llevarle a su hermana pequeña, que por aquel entonces contaba con tres años. Efectivamente, la niña nada más verla, convirtió aquel juguete en su preferido: la bañaba y peinaba todos los días, no se separaba ni un solo segundo de ella. Pero Okiku, aquella pequeña niña, al poco tiempo se contagio de gripe española, y tras cinco meses de larga enfermedad, murió. Su familia se dispuso a su incineración, tal como indica el rito japonés, y con ella, todos sus objetos más preciados. Sin embargo su madre, rota por el dolor, se empeña en salvar aquella muñeca como único recuerdo de su hija, y la colocan en un pequeño altar al lado de la urna donde reposan las cenizas de la criatura. Al cabo de unos meses, la familia se percata de que algo raro le está sucediendo a la muñeca: su pelo crece. Asustados se dirigen al monasterio de Mannenji buscando una explicación, y allí, un monje les cuenta que al no ser incinerada con ella, el alma de Okiku ha quedado atrapada en la muñeca. Hasta el año 1937 su familia a pesar de su negativa se hace cargo de aquella muñeca tan misteriosa, pero a partir de esta fecha la depositan en el monasterio al que habían ido en busca de consuelo. Después de más de setenta años, en ningún momento su pelo ha dejado de crecer: cada cierto tiempo los monjes se lo arreglan y se lo cortan, y en estos momentos aquel cabello corto ha alcanzado los veinticinco centímetros. Incluso la ciencia se interesó por este misterio, y tras un análisis se confirmó que Okiku, la muñeca bautizada con el nombre de su pequeña dueña, tiene pelo humano.

martes, 12 de abril de 2011

Temores


Temo que llegue la noche, con ese paso inquietante que se cuela por cada uno de estes poros que conforman mi piel. Me asusta tanto quedarme conmigo misma, con este desvarío que baila un vals en mi mente cada noche, con la inquietud de este alma errante que se fuga de un cuerpo que ya no quiere. Ya sólo me queda por amiga la luna, que me sigue y me acompaña, que dirige cada una de estas lágrimas hacia este suelo infértil que navega bajo mis pies. Le temo a la noche, a mis fantasmas, a los monstruos esquivos que deambulan por mi salón: vigilantes, acechantes, esperando a que cometa sólo un error. Temores, miedos irracionales que cuelgan de mi lámpara, que se extienden como una hiedra, cubriéndolo todo a su paso, ocultándolo a estes ojos que ya no quieren ver. Pero pronto amanecerá, y con el calor de la mañana se evaporará la angustia, y volveré a sentir que la luz lo inunda todo, que merece la pena seguir hasta que de nuevo caiga la noche...

viernes, 8 de abril de 2011

Querido diario...

... hace tiempo que te tengo abandonado, pero no te olvido.

Prometo escribir algo este fin de semana fini, que te tenemos aquí sola. Lo que pasa es que lo que me viene últimamente a la cabeza es el sistema financiero, banco central europeo, fmi, la deuda externa... tengo que organizarme mucho para escribir eso sino será una chapuza!! jaja, además seguro que será un buen tostón, pero esto está para desahogarse, así que este finde empiezo con el tema.

Un saludo!!

P.D. No matéis mosquitos a cañonazos, que empieza a haberlos en cantidad...

viernes, 1 de abril de 2011

Felicidad


La felicidad que nos produce luchar por aquello que deseamos,
por aquello que queremos conseguir,
se evapora en el mismo instante en el que lo conseguimos.
Es tan utópica esta felicidad, como lo son de irreales, los objetivos
inalcanzables que nos proponemos.

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