lunes, 28 de febrero de 2011

De estupideces y probabilidades



La estupidez humana alcanza, en estos días, límites insospechados, y la probabilidad de que en algún momento esto mejore es tan lejana como que mañana lluevan billetes de cien euros. Seguramente ya estéis al corriente de esta normativa que entrará en vigor a partir del 7 de Marzo del presente, y que no tiene otra finalidad que ahorrar combustible, ante la amenaza de que oriente próximo nos corte el suministro. Dicen nuestros inestimables representantes que con esta medida pueden ahorrarse hasta medio millón de euros mensuales, y yo me pregunto, ¿quién se los ahorra? Porque que yo sepa, y si me equivoco, que alguien me corrija, todo en esta España nuestra se sufraga con el dinerito contante y sonante que amablemete le donamos a Hacienda y que no tan amablamente le enviamos a través de esos impuestos que democráticamente alguien decidió que teníamos que pagar. Sin embargo, no sé porque me temo que detrás de esto hay algo que no nos han contado, y no me refiero a la inminente subida, otra vez, y ya no sé cuántas van, de los carburantes. No. Aquí como de costumbre hay algo que huele mal, y nos tocará recoger la mierda a los mismos de siempre.
 En Oriente, en este Oriente mal llamado próximo, porque no tenemos ni idea de lo que se cuece en esos lares, algo está sucediendo, y estamos tan acostumbrados a vivir con la cabeza en el agujero que no prestamos ni un poco de atención. Supongo que la costumbre de verlos guerrear desde el comienzo de los tiempos nos puede llevar a pensar que es otro lid banal de eses, de disputas irrisorias por algo, que afortunadamente, nosotros disfrutamos desde hace tanto tiempo, y que no recordamos cuál es su significado: libertad. Tenemos ese don, ese privilegio por el que están muriéndose esos ciudadanos de a pie, como nosotros, que lo único que ansían es ver crecer a sus hijos, que no se mueran de hambre antes de entrar en la pubertad, o que no los mate una bomba o los deje lisiados una mina antipersonas. Algo está avanzando por el desierto, y sé que, no solamente son las dunas, es el aire envilecido durante décadas de eses tiranos, que bajo la aprobación de las primeras potencias, aniquilan en silencio a sus pueblos. Miradlos bien, atended, porque a este ritmo dentro de poco seremos como ellos. Bajo el amparo de la democracia, del respeto, de la tolerancia y de todas esas libertades que nos han vendido, ahora, nos despojan de ellas. Es tal la magnitud, que ahora, esos representantes que elegimos libremente, se atreven a mentir en ruedas de prensa ante los atónitos ojos de los transeúntes, y nosotros pasamos de largo como si no fuese con nosotros. Hace menos de un mes, cuando las hidroeléctricas anunciaron una nueva subida del 10%, el ministro del ramo salió con esa pompa que lo caracteriza, calmando esos gritos que no llegaron a susurros, que prometía que este año se mantendría ese precio. Cuál es nuestra sorpresa, vamos por lo menos la mía, cuando, sin ir más lejos esta semana leo en  prensa, que esas hidroeléctricas están barajando la posibilidad de aumentar otra vez el precio, porque no les salen las cuentas.Pero lo que más me molesta de todo, ya no es todo ese paquete de medidas que nos vendieron, más falso que el dinero del monopoly, ni siquiera esta barbarie de subidas de precios en bienes tan básicos como la comida, el agua, la electricidad y el gas. No. Lo que realmente me hace hervir la sangre, es la pasividad, nuestra dejadez ante estos atropellos. Pensadlo por un momento, tampoco os llevará mucho tiempo, en este último año cuántas cosas nos han prohibido: desde la ley antitabaco, pasando por la SINDE, ahora reducen a 110 la velocidad máxima en autopistas, y a 30 en calles de una sola dirección. Y lo último, a un empresario andaluz intentan hacerle pagar una multa de algo más de seis mil euros porque cuando redactó un anuncio buscando un programador, se le olvidó explicar que también le servían programadoras. Esto es de locos, de república bananera, y creedme que sólo esta en nuestras manos el resolverlo. Por una vez, dejemos de mirarnos el ombligo, y aprendamos algo de otras culturas. Salgamos a la calle a reclamar lo que es nuestro por derecho, antes de que sea demasiado tarde. Al menos así nadie podría echarnos en cara que no somos más tontos porque no practicamos.

6 comentarios:

hazel dijo...

Totalmente de acuerdo Fini!!!!
Como dice un buen colega nuestro...
Luchemos con honor...
Hasta la victoria siempre!!!
Un saludo!!!

JODIDOS (la minina y el sietemesino) dijo...

Estoy con las dos.
Es una vergüenza pretender colarnos semejante patraña; patraña que nos colarán y no diremos ni mú.
La verdad ya no importa; en esta sociedad la verdad no sirve. Sabemos que nos la están metiendo a todas horas, que niños mueren de hambre, que los políticos son corruptos, que nuestros derechos son pisoteados, que todo es una gran comedia. Lo sabemos. Sabemos qué se cuece, sabemos la verdad. Pero seguimos narcotizados. Tenemos los dirigentes que nos permite nuestro intelecto, es decir, unos hijoputas redomaos.

Un beso.

Angus dijo...

Siento ser soez, pero no puedo reprimirme.

La izquierda mundial y más en éste país se ha ido a tomar por saco.

Cuando gane la derecha y la acabe de joder, es posible que entonces (quizás empiece antes en otros países del primer mundo), la gente emule a los ciudadanos de los países árabes y se lance a la calle para derrocar a una clase política que no nos merecemos, pero que el sistema nos impone.

Yo que fuí militante de un partido, hace tiempo que emulé al genial Fernando Fernán Gómez y dije
"A LA MIERDA".

FUERZA Y HONOR.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.

fini dijo...

Como me gusta comprobar que no todas las mentes están adormecidas...

Abrazos a todos:))

Serch dijo...

Creo que es una desgracia, pero... ¿democracia?
En un pueblo en el que a la mayoría de la gente le resulta un titánico e innecesario esfuerzo preguntarse "¿por qué?". Supongo que lo más fácil para un gobierno es hacer lo que le dé la gana y cuándo le dé gana, partiendo del axioma de que lo que hacen sea bueno, de algún modo, para sí mismos.

En estas situaciones no puedo evitar sentirme como una hormiga. Una hormiga que solo puede comentar con su compañera hormiga más cercana algo como "oye amiga, esto es una mierda", "sí, lo es, lo es...". Y ahí se acaba toda revuelta popular.

La gente tiene televisión, tiene un iPad versión 2.0 y un nuevo modelo de la clásica furgo hippie de wolkswagen, ¿a caso creéis realmente que alguien se plantea hacer algo al respecto de todas estas medidas?

pff, hormigas...

por nuestra parte, ¿nos contentaremos con dar una opinión aquí en el blog, o con los amigos, familia, etc? seguramente que sí. Es así. O al menos, así es de la única forma que lo puedo ver ahora mismo.

Un saludo!

fini dijo...

Ray me acuerdo cuando pensabas que te conformabas con tocar un solo corazón y poder reblandecerlo...supongo que nosotros estamos en lo mismo. Estoy de acuerdo contigo en que la lucha aquí en Occidente se ha convertido en una utopía, estamos cómodos, demasiado diría yo, como para salir a pegar gritos y ondear pancartas y banderas. Pero, al menos, déjame quejarme, dejanos gritar que esto es una mierda con mayúsculas y que no estamos de acuerdo las hormiguitas de este agujero.
Hubo una vea, hace muchos, muchos años una hormiguita negra a la que se le ocurrió no seguir la ley de segregación racial, y ocupó el asiento de una hormiga blanca....hoy gracias a ella cada hormiga escoge donde se sienta...
No me creo la precursora de nada, pero si sólo soy capaz de hacer pensar a uno, ya me conformo. De momento, aquí estamos cinco debatiendo...es un buen paso.

Un abrazo:))))))

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