Retazos, pedacitos de cielo
escritos por manos secas,
por plumas ajadas por el azote
de una lengua zafia.
Porque en el olvido de una amapola
se marchitaron para siempre.
Nunca volverán a nosotros las ciudades inventadas,
ni los ríos entrelazados con la espuma del mar.
Nunca regresarán del infierno
los ósculos regalados entre tinieblas,
y el eco mancillado del pasado
se volverá cenizas en el valle del destierro.
escritos por manos secas,
por plumas ajadas por el azote
de una lengua zafia.
Porque en el olvido de una amapola
se marchitaron para siempre.
Nunca volverán a nosotros las ciudades inventadas,
ni los ríos entrelazados con la espuma del mar.
Nunca regresarán del infierno
los ósculos regalados entre tinieblas,
y el eco mancillado del pasado
se volverá cenizas en el valle del destierro.
No podemos deshacer lo deshecho,
ni levantar las piedras que ha tirado el viento,
pero ahuyentaré el escarnio de los lobos
hilvanando los retales de mis sueños.
Que sean nuestras bocas las que sujeten el clavel herido,
mutilado con los improperios fácticos.
Y que sean las noches, el amparo
de las lanzas que buscan nuevas palabras.
Sembraremos de nuevo las mentes abandonadas
con la lascivia de aquel que todo lo perdió.
Volveremos a sentir que el sol calienta
cuando escapemos al olvido de las amapolas.
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