Estos días nuestro gobierno decidió que era de vital importancia nuestra participación en el conflicto libio, siguiendo las directrices que marca la ONU y demás instituciones a las que debemos pleitesia. Algo muy importante se está cocinando, además del ya recurrente interés por el petróleo que es de sobra conocido por todos, para montar una guerra a este nivel. Obviamente, nadie está pensando en la seguridad de los civiles, sino no hubiesen permitido que este señor malgobernase este país tanto tiempo. Supongo que tendremos que esperar al menos una década para descubrir las verdaderas intenciones de estes que convertimos en dioses cuando les concedemos nuestro voto. Y mientras nos sentamos comodamente en nuestros sofás a hacer elucubraciones, mientras nos devanamos los sesos intentando resolver estos acertijos, siempre podemos echar mano de situaciones parecidas, ocurridas en un pasado no muy lejano.
Hace veinte años comenzó el conflicto en los Balcanes, y a pesar de que las fuerzas de la ONU no intervinieron directamente hasta la recta final de esta guerra, lo que si que es cierto es que tomaron partido al estipular un bloqueo contra Croacia, ya que Serbia era por aquel entonces un aliado de las grandes potencias europeas. Flotas de todas las naciones, incluida la séptima flota estadounidense, cerraron la entrada del Adriático, con el fin de apoyar al país amigo al que le estaba llegando el agua al cuello.
Hace veinte años comenzó el conflicto en los Balcanes, y a pesar de que las fuerzas de la ONU no intervinieron directamente hasta la recta final de esta guerra, lo que si que es cierto es que tomaron partido al estipular un bloqueo contra Croacia, ya que Serbia era por aquel entonces un aliado de las grandes potencias europeas. Flotas de todas las naciones, incluida la séptima flota estadounidense, cerraron la entrada del Adriático, con el fin de apoyar al país amigo al que le estaba llegando el agua al cuello.