martes, 18 de mayo de 2010
El juego de la oca
La lluvia de estos días despertó en mí cierta nostalgia, y apostada con café y "mantita" en el sofá, rememoré aquellos tiempos en los que siendo niña mataba las horas invernales jugando a la oca. Más de una vez mi mente curiosa se planteó el origen de este juego, pero por más vueltas que le daba no acerté con la solución. En este afán pseudofreudiano de buscarle explicación a todo, con el devenir de los años indagué en la tradición oral y escrita, y al fin pude acallar mis ansias aunque fuese con una visión romántica de los hechos.
El rastro más antiguo de este juego se remonta a la antigua Grecia, denominado Disco de Phaistos, este fue hallado en una excavación arqueológica en la isla de Creta en 1908, y datada entre los siglos XVI y XVIII a.c. Casualmente en muchas de sus casillas se representa un ave que bien pudiese ser una oca.
Por otro lado, otra corriente de investigación señala el origen Templario de este juego, teoría poco probable (según estudiosos del tema) teniendo en cuenta que la Orden tenía prohibidos los juegos de dados y de ajedrez. De todos modos quién podría asegurar que no lo hubiesen usado para otros menesteres. Se sabe que La Orden del Temple, creada expresamente para la defensa de Jerusalén, se nutrió de monjes-soldado; siendo muchos de ellos bibliotecarios y copistas. Sólo ellos en ese tiempo disponían de todo el conocimiento, que obviamente estaba en griego, y ellos traducían al latín. Con lo cual no sería de extrañar que supiesen del ancestral juego de los griegos, como tampoco que conociesen los antiguos ritos de los pobladores del este.
Cuentan las leyendas que desde la prehistoria se tomó como costumbre peregrinar desde oriente a occidente, porque allí donde termina la tierra moría el Sol. Conocedores de esta historia, los romanos una vez llegaron a la Península trazaron una vía desde Roma usando el viejo camino de los peregrinos. Con los siglos , en las "ágiles y calenturientas" mentes cristianas se fraguó un juego al que seguimos jugando todos hoy, rito de iniciación encriptado para unos pocos, y mapa de acceso para otros. Cuando en el siglo X comenzó a hablarse del Sepulcro del Apóstol en un lugar llamado Santiago, el Cristianismo se enfrentaba a dos grandes problemas:
1º.- Seis siglos después el pueblo gallego en su inmensa mayoría, seguía siendo priscilianista, manteniendo además muchísimas tradiciones celtas.
2º.- La invasión musulmana.
Por todo ello tuvieron que agudizar el ingenio para que este avance religioso fuese lo más sigiloso posible. Parte de la Orden fue replegada de Jerusalén y dispersa a lo largo del Camino hacia Santiago para proteger a los peregrinos; unas gentes que jamás habían oído hablar del Apóstol pero que si conocían esa ruta de renacimiento que les habían transmitido sus ancestros. De ahí surge el laberinto, con sus 63 casillas, que no es ni más ni menos que el camino enrollado sobre si mismo, marca también, de los maestros constructores que una vez finalizada la obra inscribían su nombre dentro; como garantía de que la obra había sido ejecutada conforme en recuerdo de Dédalo, constructor del laberinto de Cnossos donde estaba encerrado el Minotauro.
¿Y por qué la Oca? Podríamos pensar que fue una elección al azar, pero entonces es cuando debemos volver la vista atrás; hasta el detalle más nimio fue escogido por una razón.
La oca es el ave que más papeles desempeña en todas las mitologías antiguas. En la egipcia se representa a Geb, heredero del trono de Horus, el alma de los faraones es representada por este ave, y ella es la mensajera entre el cielo y la tierra. Los chamanes la usaban como montura para ir y volver del infierno en el sacrificio del caballo, y entre los celtas, la oca era el mensajero del otro mundo. Siglos después dejó de representarse al animal como tal para cambiarlo por su pata. Estilizada y dirigida hacia arriba representa el tridente, arma de Poseidón, que los romanos convirtieron en Neptuno. Y unidos por la cúspide dos de estos signos dan lugar al crismón de los primeros constructores cristianos.
Puede ser que todo esto sea fruto de la casualidad, pero lo que si que es cierto, es que muchos de los símbolos que aparecen en el Camino de Santiago están representados en el juego. ¿Su significado? Perdido en la noche de los tiempos, seguramente sólo lo sepan esos pocos iniciados. Yo, atea declarada por milésima vez, prefiero verlo como los antiguos; ese camino hacia la muerte interior que todos necesitamos alguna vez, para luego resurgir de nuestras cenizas con energía renovada, como lo haría el ave Fénix. No hay nada más impresionante que sentarse al fondo de esa lengua de tierra que es Finisterre, liberar la mente, dejarse impregnar por los fuertes vientos y disfrutar de ese mar inmenso, que al atardecer se traga al Sol.
Publicado por
fini
a las
23:47
4 comentarios:
Muy bueno, gran labor de investigación! :)
Buena fini, siempre te los curras mucho!!
Es algo que nunca me había preguntado ya que soy más de parchís :D (por cierto, tampoco sé de su origen)
Jo, y no te vale el ajedrez!! puedo contarte muchas cosas...jajaja, pues mira ahora q lo dices igual investigo...
Gracias por vuestro apoyo chicos! :P
el ajedrez si que es un juego del que me gusta hablar :D apúntatelo para otra vez
gracias a ti por mantener el blog funcionando!!
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