sábado, 16 de octubre de 2010

TRES



EL HOMBRE

El hombre es el primer vértice de esta historia, y de todas las historias que se han contado a lo largo de los tiempos, y también de todas las que quedan por contar. Sin él, a pesar de todas sus virtudes, y también de todos sus defectos, nada tendría sentido. Bueno, si lo tendría; pero sin la capacidad de pensar o de razonar ¿a qué otro ser le interesan las historias?

EL MIEDO

El miedo es nuestro segundo nexo de unión. Sin él, seguramente, el mundo no hubiese sido de la misma manera. Es el único sentimiento que queda memorizado dentro de nuestra secuencia genética, y así ha ido pasando generación tras generación hasta llegar hasta nosotros. De hecho, esto explicaría por qué en algunos seres humanos es desproporcional al tiempo en el que vivimos.  Esta alerta mental, que disparaba nuestra adrenalina cuando habitábamos las cavernas, y que gracias a ella,  mantuvimos la especie, hoy en día, en algunos casos, puede conducirnos a la muerte.

LA PIEDRA

Por último, la materia inerte. El último punto que conforma este triángulo. Como parte del planeta que nos alberga, siempre se ha mostrado pura, abierta a nuestras intrusiones, a nuestros caprichos. Sólo algunos, han sabido ver más allá, dándole ese lugar en el mundo que bien se merece.



LA HISTORIA

Esta es una historia, como otra cualquiera, de todas esas que navegan por el aire de los tiempos. Una conjunción, que a lo mejor fue casual. Pero siempre me ha dado por pensar, que el mundo no está hecho de casualidades, ni siquiera de azares....
Al comienzo de los tiempos, cuando nuestros ancestros se acomodaron y dejaron de sufrir la persecución de bestias y el alimento estaba más o menos asegurado, despertó en ellos la curiosidad. La curiosidad por todo aquello que les rodeaba y sintieron la necesidad de buscar una respuesta para todo lo que no conocían, o que les asustaba. El miedo a lo desconocido, el no saber porque estamos aquí, a donde vamos una vez morimos, la posibilidad de que exista o no una vida mas allá de la muerte, o simplemente, el desconocimiento de como funciona la naturaleza, les obligó a buscar protección. Nacieron, entonces, las  primeras religiones. A lo largo y ancho del mundo, todas las civilizaciones tuvieron algo en común: escogieron la piedra, símbolo de lo perdurable, para transmitir sabiduría y conocimiento, para enterrar a su muertos, como ara de sacrificios para aplacar la ira de sus tan temidos dioses, y también como monumento en honor a ellos.
La unión de tres puntos: hombre, miedo, piedra, puede variar de un lugar a otro, de una civilización a otra, de una época a otra, pero al fin, siempre son tres los puntos. Se necesitan 3 puntos de apoyo para sostenerse en equilibrio, para localizar un punto en un plano se requieren 3 referencias, son necesarios y suficientes 3 puntos no alineados para determinar un plano y una circunferencia. El trisquel de los celtas representa el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, en su versión griega, las hélices en espiral, son sustituidas por tres piernas, que hoy en día aún forma parte de la bandera de la Isla de Man. Tres son también las grandes pirámides de Egipto, y aunque sabemos que son del s. IV a.c., los estudios nos muestran que las primeras son del siglo III a.c. Tres son los estadios por los que pasa un aprendiz de brujo dentro de la wica. La Santísima Trinidad es la representación mágica del tres dentro de la religión cristiana, simboliza el movimiento continuo y la perfección de lo acabado. Fueron tres los Reyes Magos, y en total llevaron tres regalos al dios nacido: mirra, oro e incienso. En matemáticas se usa una regla de tres para resolver problemas de proporcionalidad y en música, aunque hoy se usa un pentagrama, durante muchos siglos se usó un tetragrama de líneas rojas que dejaban libres tres huecos blancos que eran usados para escribir las notas. En la logia de los masones, el tres es el número que se asigna a los aprendices, tres son los estadios por los que pasa su aprendizaje y tres son las herramientas para alcanzarlos.
Un número perfecto, al menos en apariencia, también ha llegado hasta nosotros. En su billete de dólar los norteamericanos, siguen manteniendo ese triángulo perfecto que es una pirámide inscrita dentro de una circunferencia, que por cierto, es también el nombre de la obra del escritor gallego Víctor Freixanes.

Puede ser que todo esto sea fruto de la casualidad, o quizá forme parte de la información genética heredada. ¡Quién sabe!

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