lunes, 29 de marzo de 2010

Un día me encerré en una caja de cristal para que el viento no revolviese mi pelo, para que las gotas de lluvia no mojasen mi piel. Decidí no contagiarme de las risas, ni con los gritos ajenos. Acepté de buen grado el aislamiento perpetuo, pero ahora, la falta de aire embota mi mente. Mi corazón encarcelado hace tiempo que no late, ya no fluye sangre por mis venas, y mis lágrimas son ahora cristal fino, como la jaula donde vivo.   Permanezco en perpetua penumbra porque el sol ya no sale por el este. Creo que el fin está cerca, hace días que el viento no sopla, y ya no hay nubes en el cielo. Ha llegado la hora. Desde el averno claman voces que requieren mi presencia, allá voy, es la única manera de terminar con mi condena.

4 comentarios:

Iago dijo...

Este es el mas puro estilo cerdiegolátrico jejeje

fini dijo...

Hola Iago!
qué facil es empaparse de filosofía cuando se mantiene la mente abierta. Gracias por el comentario.

Serch dijo...

si es que, lo que llega a hacer el mal tiempo...

ojalá termine por salvarse. ya casi es verano. Con suerte si no es muy alérgica podrá abandonar la caja de cristal sin miedo, en poco tiempo!! aguanta!!

fini dijo...

jajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!!!!!

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