Paradojas.

Nieves se enjugó el sudor de la frente. Miró hacia la casa intentando vislumbrar alguna sombra inquisidora. Nadie. Agarró de nuevo la pala y siguió cavando. Las manos le dolían, los brazos le ardían por el esfuerzo. Pero ya faltaba menos para acabar. Un año más. Otra vuelta a empezar.

Probó a encajar los cadáveres en la fosa, y al verlos dentro, volvió palada a palada a retornar la tierra a su sitio, para después alisar el suelo y cubrirlo de hojas del pequeño bosquecillo en que se hallaba, unos cientos de metros colina abajo desde su hogar.

El hogar que, por cierto, le pertenecía por derecho. Ella era la primera, y no regalaría su privilegio a nadie. 

Se sacudió la suciedad de las manos y realizó el camino inverso al que dibujase horas antes arrastrando su propio peso, el de ella, el suyo propio, y alguno más.

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Nieves no podía más. Las últimas semanas habían sido un auténtico infierno. Javier ni siquiera se acercaba a ella, y ella sabía por qué. Su terrible enfermedad, el gusano que se había instalado en su cerebro y que crecía sin cesar comprimiéndolo contra su cráneo habían hecho de su carácter intratable hasta límites que hasta ella era capaz de reconocer. Por momentos perdía los nervios, alzaba la voz, se enfadaba por todo y por nada... Y Javier no había sabido llevar aquel degenerar increíblemente veloz de su mujer. Ella lo amaba, con todo su corazón, pero su mente navegaba por días ya en los mares del delirio.

Y la había abandonado. No físicamente, pues a su lado dormía, y su rutina era la misma, salvando que Nieves había dejado su trabajo hacía un mes a recomendación de su oncólogo y para tranquilidad de sus compañeros y jefes.

Y la tarde del 5 de abril anudó una soga de la viga del pajar. Trepó como pudo hasta lo alto, se pasó el nudo por el cuello y miró hacia abajo. Extrañamente, el tumor parecía empezar a afectarle la visión, pues en lugar de ver el suelo de tablas y paja, veía bajo ella una especie de círculo de neblina semitransparente... Qué a tiempo, pensó.

Respiró profundo y dio un paso al frente.

Y, al caer, en lugar de sentir el golpe y la presión de la cuerda, sintió el fuego helado de un acero en las entrañas. Su mirada se cubrió de una cortina oscura, tras la que sólo alcanzó a ver sus ojos encendidos y victoriosos.

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Nieves sabía que se acercaba el momento. Como cada año calculó quince minutos antes que la última vez y salió de la cocina armada con un cuchillo hacia el pajar. 

Trepó la viga y saltó. Atravesó la neblina y cayó sobre las tablas y la paja. Corrió hacia la cocina, atravesó la espalda de Nieves con el cuchillo, la arrastró hacia el pajar y esperó. Minutos después Nieves cruzaba la neblina para caer sobre el puñal de Nieves mientras su gesto de sorpresa se desvanecía en uno de dolor mortal. Poco después saltaba una segunda Nieves y una tercera. Una por cada año que hacía de aquella primera vez.

Poco después Nieves arrastraba sus cadáveres colina abajo con la pala colgada a la espalda.

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Nieves se enjugó el sudor de la frente. Miró hacia la casa intentando vislumbrar alguna sombra inquisidora. Nadie. Agarró de nuevo la pala y siguió cavando. Las manos le dolían, los brazos le ardían por el esfuerzo. Pero ya faltaba menos para acabar. Un año más. Otra vuelta a empezar...
  
                                                               - FIN ? -

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A modo de pequeña explicación de lo que pasa va este gráfico. La línea temporal 1 corresponde al "primer" intento de suicidio de Nieves, en el que descubre el agujero de gusano por el que viaja un año atrás en el tiempo. La llamamos N1. Se encuentra en el pasado con N2, a la que tiene que matar para suplantarla.
Pasa un año y nos vamos a la línea temporal 2. N1 sabe que el agujero existe y viaja atrás en el tiempo un poco antes que N1', para matar a su yo del salto anterior, además de a N2.
Podríamos añadir más líneas temporales añadiendo una N1'', N1''', etc., a las que N1 mataría una por una saltando cada año un poco antes.
Discusión abierta!!! :)