Peligro, humanos.
Toalla en mano y gafas en la cabeza me dirigía con decisión y una gran sonrisa hacia la playa. Acuciada por una irrefrenable ansia de terminar de una vez mis estudios de ingeniería, de llevar al día mis tareas, en mi mente parecían haberse encendido todos los pilotos de alarma. El torrente de trabajo que se me venía inevitablemente encima parecía no hacer temblar a unas piernas que, con paso firme, avanzaban decididas hacia un infinito horizonte de pérdidas de tiempo.
Toalla en mano y gafas en la cabeza me dirigía con decisión y una gran sonrisa hacia la playa. Acuciada por una irrefrenable ansia de terminar de una vez mis estudios de ingeniería, de llevar al día mis tareas, en mi mente parecían haberse encendido todos los pilotos de alarma. El torrente de trabajo que se me venía inevitablemente encima parecía no hacer temblar a unas piernas que, con paso firme, avanzaban decididas hacia un infinito horizonte de pérdidas de tiempo.
Mientras que nuestra mente parece vivir en un mundo de sueños, de proyectos futuros, de esperanzas, de ilusión por alcanzar unos objetivos… nuestro cuerpo solo conoce el carpe diem más hedonista.
Así, dando vueltas en cama, un poco más moreno y un poco más agobiado, otro incoherente día (más) llegaba a su fin.
Largas horas perdidas, un sinfín de banalidades todavía por conocer.
¿Y cuál es la raíz de todo esto? Si nos ponemos a escarbar, creo que podríamos encontrar mierda en cualquier lugar. Primero habría que hablar de las supuestas obligaciones que tenemos en la sociedad en la que vivimos. Aquí, en el epicentro del sistema capitalista (el kitsch nor-occidental), la gente trabaja por euros que gasta en comodidades; la gente hace méritos en busca de un buen trabajo; la gente se permite perder el tiempo mientras trabaja; la gente paga por seguir viviendo esta ilusión de vida; la gente cree ser mejor cuanto más asciende en la pirámide de la estupidez.
Continuamente nos bombardean con publicidad, vía medios de comunicación y desinformación, creando en nuestra mente modelos a seguir. Modelos de gente rica. Modelos de gente guapa y triunfadora. Modelos de gente que bebe cerveza, que va al cine o que tiene hemorroides. Modelos de gente delgada, de gente morena, de gente que se depila, y de gente que no tiene caspa en la cabeza… Todo esto puede parecer una tontería, pero es asombroso como nuestra cabeza absorbe todo tipo de información. Aún de manera inconsciente, toda esta basura mediática queda almacenada dentro de nosotros y crea una sensación de necesidad, necesidades por supuesto ficticias, que nos hacen sentir afligidos si no nos damos un placer inmediatamente. Estas necesidades chocan, por lo general con nuestros objetivos. Dado que los días solo tienen 24 horas y no podemos hacer nada al respecto (por ahora), podemos o bien, hacer lo que debemos, o hacer lo que creemos querer. Son decisiones dramáticas que van haciendo de un niño uno u otro hombre, y de una niña una u otra mujer. ¡Realmente se empeñan en impedir que consigamos nuestros sueños, y de qué manera!
Parece que la tierra de las oportunidades, el mundo donde cada quien puede conseguir lo que quiere, ya desde que nacemos, intenta por todos los medios evitar que esto sea así. Poner trabas, una tras otra hasta que caigamos y no nos podamos levantar. Hasta que no seamos más que un pequeño e insignificante engranaje de la máquina más retorcida jamás construida.
Somos libres de hacer lo que queramos (¿?). ¿Somos libres de hacer algo?¿Cuál fue la última decisión que algún día tomó un hombre por sí mismo? Todo pensamiento está influido por miles de factores casi incuantificables. Incluso un servidor, quizá escriba estas líneas por algún oculto sentimiento en su subconsciente, que lejos de querer revelar una verdad, esconda cientos de oscuras pretensiones (a saber). La sociedad es fruto de un sucio cúmulo de incoherencias.
Y así, pensando a cerca de la levedad de todas nuestras acciones, pude cerrar los ojos y dormir. Otro día ¿perdido?¿Realmente quería estudiar o ir a la playa? Me resulta imposible saberlo, ergo… ¿a quién le importa? Desde luego, no a mí.
Las cosas que ocurren solo una vez, es como si no hubieran ocurrido nunca.
3 comentarios:
Cuánta razón tienes, salvo en una cosa, las cosas que ocurren sólo una vez, a veces son más transcendentales que las que ocurren a diario. Fíjate, lo dices tú mismo más arriba, todas las cosas que tienes que hacer a diario, y que tras repetirlas día tras día acaban por producir hastío e indiferencia (estudiar o ir a la playa?)
En este caso, y en cualquier otro, es fácil decidir, el mayor problema del ser humano es que no sabe aparcar sus quehaceres diarios sin sentir remordimientos. Necesitamos aprender a disfrutar de esas pequeñas cosas que nos ocurren a diario y que las dejamos pasar pensando que nada parecido nos volverá a ocurrir. De todos modos, no pienses que estoy alabando a todos esos vagos que desantienden su vida, en busca del placer personal, que por cierto también es otra opción personal.
La próxima vez que vayas hacia la playa, piensa que no estás perdiendo el tiempo, es una tarde que tu cuerpo y tu mente necesitan para recargar pilas. Al día siguiente estudiarás con más energía.
Un beso:)
Realmente, las cosas que solo ocurren una vez, pueden ser importantes en la vida de una persona determinada... ¿pero qué es eso? ¿tiene algún valor?
Lo de ir a la playa es un ejemplo, como podía haber puesto otro, pero todo me parecen incoherencias. Por un lado, haz esto, por el otro haz esto otro. Estamos influidos de mil formas diferentes, ¿qué es lo que realmente queremos? A veces me parece imposible imaginarlo.
Todo parece fluir como el agua de un río. Nos vemos en situaciones en las que queremos decir no y decimos sí, en las que queremos hacer una cosa y hacemos la otra... (¿por qué?). ¿cuándo empezó todo a carecer de significado?
Parece que poco a poco, estamos resultando vencendores en una lucha por reprimir nuestra humanidad.
Bienaventurados aquellos que saben lo que quieren, que saben a donde ir y que hacer...
Todo en esta vida tiene un significado, y tiene el valor que cada uno quiera darle, de esto depende que unos alcancen la felicidad y otros no.( ¿ cuál si no es la base de la egolatría?, acaso debería de preocuparme que es lo que quiere el resto de la población?)
De momento intento no participar en esta guerra deshumanizante, me niego a ser otra oveja en el redil, he aprendido, con bastante esfuerzo por cierto, a decir que si a lo que verdaderamente me importa, y a decir que no sin sentir ningún tipo de remordimiento.
Sólo hay una solución, no rendirse jamás.
Publicar un comentario