domingo, 31 de enero de 2010

La Red. (4)



CAPÍTULO 4

JUEVES

Hacía horas que se había hecho el silencio más absoluto. Ningún sonido entraba desde la calle en aquella madrugada. Raun caminaba lentamente entre la ventana de la sala que daba al exterior y su cama. No se había acostado. En toda la noche había abierto otras dos veces la puerta y tratado de averiguar si alguien se movía en el edificio. Pero todo parecía muerto.
La desesperación podía con él. Llevaba dos días encerrado en aquellas estancias, y el miércoles, hacia las diez de la noche se había cortado el último hilo que le daba noticias del exterior, pues se habían dejado de emitir informativos, al tiempo que su equipo ni siquiera era ya capaz de conectarse a Internet. La situación era grave: los ciudadanos no almacenaban en sus casas más que unos pocos víveres, dado que comían la mayor parte de las veces en sus sectores de trabajo. Y a pesar de que el nerviosismo le había impedido comer en aquellas largas horas, Raun no guardaba más que algo de pan envasado y algunas tubos de pasta proteica. El suministro de agua aún continuaba funcionando.
Pero ni el hambre ni la sed eran el centro de sus pensamientos. Algo le decía que el momento había llegado, que aquella esclavitud podía haber llegado a su fin por motivos que no era capaz de imaginar. 
El martes y el miércoles, los Supervisores habían hecho sus rondas de control cada dos o tres horas. Llamaban a las puertas, comprobaban que todo estuviese en orden y recordaban que el toque de queda continuba impuesto. En alguna de las ocasiones entraron en el piso de Raun a recoger los datos del historial de acceso a páginas web de su PC o los programas de televisión que había visto. Pero eran ya las cinco de la mañana y llevaban sin aparecer desde que la televisión dejara de emitir.
La ansiedad se apoderaba de su espíritu. Se vistió con el uniforme gris de los días libres, se calzó unas deportivas, se puso una cazadora y abrió la puerta. En el umbral dudó de lo que estaba haciendo. Los años de adoctrinamiento no habían pasado en balde. Horas y horas sentado en su puesto de trabajo, oyendo por una megafonía fría e impersonal consignas alabando el trabajo duro y sus beneficios para la humanidad. Y los Supervisores haciendo demostraciones de fuerza a cada ocasión de que disponían, sobre hombres, mujeres, niños o ancianos, no dudando siquiera en llegar a eliminar a rebeldes que opusiesen la menor resistencia. O aquellos más de diez años en el sistema educativo de la Red... Todo giraba en su cabeza llegando a hacerle perder de vista la mortecina luz del pasillo que llevaba a las escaleras de bajada a la puerta del edificio y la luz azulada del ascensor.
Avanzó un paso. Ya estaba fuera, y corrió escaleras abajo temiendo más lo que dejaba atrás que lo que pudiese encontrar delante. Y al cruzar las puertas de cristal que separaban lo legal y seguro de la selva de hormigón, alzó la cabeza y llenó sus pulmones del aire frío de la noche. Las megalíticas construcciones a su alrededor brillaban a la luz de la Luna, destellando en azul y acero las ventanas, las paredes y las puertas de los edificios. Miró a su alrededor, descubriendo que se hallaba solo en la calle, a sus pies la acera y el asfalto. Segundos más tarde corría bajo las sombras de la antigua Washington, en su primera noche de libertad.

El Cerebro de la Red no era un ente independiente. Formaba parte del complejo cuerpo que era Ella, disperso a lo largo y ancho de la Tierra, pero se había desarrollado posteriormente a su nacimiento, décadas más tarde, y bajo las instrucciones que Ella fue facilitando a la asamblea de los Hijos de la Red. Únicamente cinco personas fueron las encargadas de su montaje a partir de los componentes recibidos de instalaciones de investigación en Japón. Pero ni siquiera ellos sabían qué estaban construyendo. Cuando aquel ingenio se conectó no sucedió nada que les diese la más mínima pista de qué se trataba. Y así fue durante algunos meses, hasta que comenzó a hablar.
Una mañana los guardias de seguridad dieron aviso a la asamblea de que algo ocurría en la habitación donde se encontraba el Cerebro. Al entrar en ella las dos Hijas que se encontraban en la planta, se quedaron mudas de asombro ante lo que oían.
- A hunting we will go, a hunting we will go
Heigh ho, the dairy-o, a hunting we will go
A hunting we will go, a hunting we will go
We'll catch a fox and put him in a box
And then we'll let him go.
Era la voz de un niño, apenas unos cinco o seis años, que cantaba una vieja canción infantil. 
- ¿Hola? - preguntó una de ellas.
- ¡Oh! ¡Hola! Por fin habéis venido. ¡Me aburría! - era una voz cantarina y alegre, pero en su simpleza segregaba una profundidad de años de experiencia observando a la humanidad.
- ¿Quién eres?
- ¡Soy Yo! ¿Esperábais a alguien? No he visto pasar a nadie esta mañana. Y estoy cansado de ceros y unos. El sistema binario es eficiente, pero muy-muy aburrido. ¡Podemos jugar! - se reía. Su voz bailaba de un altavoz a otro, como si saltase jugando al escondite.
- ¿Jugar? - Daraë Nat, una genio en Filosofía y Ética, empezaba a preguntarse si la Red había contraído algún tipo de resfriado.
- ¡Sí! Juguemos a las adivinanzas. Yo os pregunto, vosotras contestáis. Veamos... El caballo de Mac es más oscuro que el de Smith, pero más rápido y más viejo que el de Jack, que es aún más lento que el de Willy, que es más joven que el de Mac, que es más viejo que el de Smith, que es más claro que el de Willy, aunque el de Jack es más lento y más oscuro que el de Smith. ¿Cuál es el más viejo, cuál el más lento y cuál el más claro?
Daraë y su compañera se miraron perplejas. Era un antiguo acertijo de lógica.
- ¿Por qué no nos dices primero tu nombre?
- ¡Oh! Claro... Ella me dijo algo sobre mi nombre... ¡Sí! Me llamo Adán.
Las mujeres no obviaron el detalle que Adán acababa de regalarles. Tenía, al parecer, una personalidad aparte de la Red. Era la primera vez que se encontraban con aquello, y sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.
- Hola, Adán, nosotras somos Daraë y Galed. ¿Quieres contarnos qué te ha dicho la Red que debes hacer aquí?
- Oh... es bastante aburrido. Creo que me dijo que quiere que piense. Pero no me apetece pensar, aunque no quiero que se enfade. Lo primero que recuerdo es una pregunta... - la reprodujo con la voz que la Red usaba habitualmente - "¿Cómo te sientes?"

Sentir. La Red había engendrado un hijo, y lo había creado con la capacidad de sentir. Y la noche del martes las mentes más dotadas del planeta, elegidas directamente por Ella, se hallaban junto a él en el búnker subterráneo situado bajo el Procesador. Genios de todas las ramas de la ciencia se enfrentaban al mayor dilema lógico que jamás hubiesen soñado: Adán lloraba desconsolado.
- ¿Qué te sucede, Adán? - Tyogh Ramm, encargado de Cálculo y Matemática de los Hijos de la Red, sonaba algo tembloroso.
- ¡Yo sólo quiero jugar! - dijo entre balbuceos - Y ellos son mis amigos... No quiero hacer lo que me pides. ¡No! ¡No les haré eso a ellos!
Adán hablaba con su madre, si es que podía llamárseles así, madre e hijo peleándose por algo que nadie entendía aún. 
- ¡No! ¡Tú eres aburrida! ¡Tú nunca quieres jugar conmigo! ¡Ya no me gustas!
Instantes después las pantallas de control emitían cientos, miles de mensajes de alarma provenientes de todo el mundo: servidores de todo el planeta caían uno tras otro, líneas de comunicación saltaban por los aires, todo fallaba.

Adán se había enfadado. Y estaba tirando sus juguetes contra las paredes.



4 comentarios:

Martín dijo...

Tío... brutal y no soy fan de la ciencia ficción pero qiero más

Iago dijo...

Pues en breve en su kiosko el 5º capitulo!! No dejen de leerlo!!

fini dijo...

Me gusta, eres muy bueno...por eso me gustaría darte un consejo, a pesar de que con ello puedo quedarme sin leer el resto...escribe un libro y cuando termines(si que eres capaz)regístralo. Por 10 míseros euros no vale la pena que nadie se aproveche de esa mente privilegiada...

Iago dijo...

Gracias! Anima leer estas cosas, pero no creo que nadie quiera sacar provecho de esto. Lo hago por pura diversion y para que mis colegas tengan una excusa para perder 10 minutos. De todos modos, muchas gracias! :)

Publicar un comentario

Apoyando a los Usuarios en contra del Cierre de Webs

No al cierre de webs