Dioses y diosas del Olimpo
varados en la orilla del olvido
sirenas enmudecidas
persiguen al navegante perdido
lobos asustados
que se esconden tras el cristal.
El horror del niño que corre descalzo
tras su estómago vacío
ocupan ahora sus cuencas
dos enormes zafiros.
Tomadas las calles
por famélicas golondrinas
jaurías desesperadas
que ahogan sus gritos.
Arrancaré vuestros ojos
para que podáis ver
daré vida a vuestros corazones inertes
y podréis sentir, querer, pensar...ser.
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